El Papa y la guerra de Ucrania

 

El sábado 14 de mayo, apareció en El País, un artículo titulado “Sácate la caretita”. La tesis es que la guerra de Ucrania ha servido para que los países del mundo se quiten el antifaz y marquen con claridad de qué lado están, entre ellos los latinoamericanos. Pero el papel más infeliz ha sido el que ha jugado hasta ahora el Papa Francisco. Al igual que los papas anteriores, su actitud es de espera para ver qué pasa con el conflicto, y cuando finalice, dar su opinión diplomática.
Para quien mira la Iglesia desde fuera, la visión es necesariamente reducida. Le resulta difícil comprender que, habiendo católicos y cristianos ortodoxos en Ucrania y en Rusia, ésta es una guerra entre cristianos, como ha dicho el Papa, y por eso siente que no debe condenar sino la guerra en sí misma. Vale la pena repasar las acciones del Papa en los primeros 30 días del conflicto, desde el jueves 24 de febrero, cuando se produjo la invasión. El viernes 25 de febrero, el Papa suspendió sus audiencias y fue a la Embajada de Rusia en Roma, en un acto fuera de protocolo, -de hecho, la primera visita del Papa a un embajador-, para expresarle su preocupación y ofrecer sus servicios en favor de la paz. Desde ese momento no ha dejado de ofrecer su mediación, incluso viajando a Moscú, para detener la guerra. Rusia no ha contestado. Ese mismo día llamó por teléfono a Zelensky y le ofreció sus oraciones por su pueblo. El Nuncio del Papa en Kiev fue uno de los pocos embajadores que se quedaron en Ucrania luego de la invasión.
En su primera audiencia pública, el domingo 27 de febrero, condenó la guerra, sin nombrar a Rusia: “Detengan las armas”, pidió. En esa ocasión, invitó a una jornada de oración y ayuno el siguiente 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, día de penitencia para los católicos, con la petición de que todas las personas se sientan hermanas y termine la guerra. Es posible que quien no vea en la Iglesia una realidad espiritual, las jornadas de oración le parezcan al menos insuficientes. Pero hay que tomar en cuenta que el Papa lo pide a 1.300 millones de católicos que rezan juntos por algo, y ese no es un acto intrascendente. También pidió no olvidar las otras guerras como Siria, Yemen y Etiopía, a las que el Papa ha mencionado repetidamente desde hace tiempo y que forman parte de sus preocupaciones.
El presidente Zelensky invitó al Papa a viajar a Kiev porque su presencia tendría un fuerte impacto. El Papa no respondió a esa invitación, pero el domingo siguiente, en la segunda audiencia pública, el Papa anunció que enviaba a 2 personas de alto rango de la Santa Sede -los cardenales Krajewski y Czerny- llevando ayuda a los necesitados y para expresar al pueblo su cercanía. “¡La guerra es una locura! ¡Detenedla por favor!”, expresó.
El 20 de marzo, el número dos de la Santa Sede, el Secretario de Estado Mons. Parolinsky, celebró una Misa por la paz ante el Cuerpo diplomático acreditado, a la que asistieron los embajadores de Ucrania y Rusia. Allí trasmitió las palabras del Papa, en cuanto que lo de Ucrania no es una operación especial, como la llamó Putin, sino una guerra. A continuación, el Papa tuvo una video conferencia con el patriarca ortodoxo Kirill, en la que coincidieron que las iglesias no deben utilizar el lenguaje de la política en esta guerra. Hay que recordar que recordar que la Iglesia ortodoxa se ha caracterizado siempre por una unión con el poder político. También en este caso el patriarca, desde el comienzo de la guerra, ha hablado del peligro de la patria ante el peligro de los poderes que dominan el mundo, de los valores que hay que defender, en línea con el discurso de Putin.
El viernes 25 de marzo, el Papa consagró el mundo -en especial Ucrania y Rusia- al Corazón Inmaculado de María, pidiendo por la paz. El mismo acto se realizó simultáneamente en Fátima, donde en 1917, en plena Revolución rusa y Primera guerra mundial, la Virgen se apareció a tres pastores y les pidió que rezaran por el final de la guerra, pero anunció que habría otra peor si los hombres no se convertían. Les pidió que el Papa le consagrara a Rusia a su Corazón, para que volviera la paz al mundo. Los papas cumplieron con ese pedido de distintos modos y el Papa Juan Pablo II lo hizo justamente un 25 de marzo, en 1984. Cinco años después se produjo la caída del muro de Berlín. La Consagración que hizo el Papa Francisco tiene una larga tradición, que es necesario conocer.
Finalmente, el domingo 27, a un mes del comienzo, en una audiencia pública, el Papa calificó de “invasión” a Ucrania, la “guerra cruel e insensata”, que se ha lanzado.
Los hechos, tomados de las agencias internacionales de noticias, hablan de una repetida condena del Papa a la guerra, sin dejar de nombrar a los protagonistas, señalando las responsabilidades en el conflicto. En fin, con mejor información, el artículo habría sido un mejor artículo.

Juan Carlos Carrasco
Ex-Profesor de Ética y Cuestiones de Teología de la Universidad de Montevideo.
Master en Gobierno de Organizaciones
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Artículo aparecido en el diario El Observador de Montevideo el 30/05/2022